lunes, 21 de mayo de 2007

Danilo Torres Rodríguez: (1954 – 2007)


Escritor, periodista, abogado y pintor. Nació en Estelí el 19 de Octubre de 1954. Murio el 17 de febrero del 2007. Abogado titulado en la universidad autónoma de León en 1978. Se destaca por su aporte al género de la poesía. Desde muy joven perteneció a la generación poética de los años setenta en Nicaragua junto al grupo Siete de Estela. Sus trabajos poéticos fueron publicados por Pablo Antonio Cuadra, en La Prensa literaria en 1972.

Fue gestor y promotor cultural desde sus tiempos de estudiantes de derecho en León, cuando se vinculó al movimiento de poetas jóvenes alrededor de la Revista Taller, resaltando como parte de un reducido numero de autores estelianos que aparecieron publicados en la revista numero diez de ese nombre.

Se destacó en el genero de la narrativa, que inició en 1972, publicando en revistas y suplementos literarios, culminando una obra de años al realizar su libro “Ojos sobre el valle”, al ganar en el año 2000 un reconocimiento para ser publicado en la convocatoria del certamen nacional de poesía promovido por el centro Nicaragüense de escritores (C.N.E).

Fue prolífico escritor en una obra profunda pero todavía inédita, dejando para publicar el libro “Elogios y Vislumbres”, 2004; “Las alas de ese pájaro que se llama Mar Caribe”, 2004 y un libro de poemas del año 1999 que se titula “Poemas para embalsamar la primavera”.

Destaca como el escritor de una autobiografía colectiva y del paisaje y que hacer de la vida campestres, como relatos y poemas que son ensayo, crónica, cuento, testimonio, estampa y retrato. Mitos y realidades del paisaje que le vio nacer de prodigioso detalle, su obra escrita es aguda, de un sentido amplio, que destaca en la profundidad de sus tramas, es en parte un producto sabio de su experiencia como hombre y como humano, en el tiempo en que le tocó vivir.

Además de escritor destaca como un artista de muchas expresiones, siendo el mismo un pintor de altas formas estéticas, llegando a presentarnos un producto de belleza a través de las artes pictóricas conjugando para ello: la línea, el plano, la textura y el color.

Obras que lo enlazan en un quehacer contemporáneo, con el primigenio indígena de anteriores siglos de su Estelí natal. Así mismo se expresó en otras pinturas recientes a manera de relieve, de la vena de formas expresionistas, trabajos llenos de un sublime misterio, donde predominan la expresión del sentir y un ineludible impacto espiritual generado hacia el espectador.

Como pintor, técnicamente fue un pintor mixto, cuyo trabajo era de textura táctiles, combinadas con resinas industriales cáusticas como la propia obra, collage con telas de diversos tejidos sobre cuya superficie se combinan acrílicos, tintas, tintes y colorantes muy fuertes con oleos y veladuras y raspados quizá a la manera de praxis. La diferencia radica en el colorido y temas abordados. Su obra puede calificarse de neofigurativas, constituyendo una propuesta novedosa en el panaroma de las artes plásticas nicaragüenses.

Milagros Palma (1949 - )

Nació en León, Nicaragua, el 26 de marzo de 1949. Reside en Francia. Es novelista, traductora y promotora cultural. Profesora en la Universidad de París XII y CAEN. Hizo estudios de Antropología y Literatura Latinoamericana en la Universidad de París, en donde obtuvo su doctorado, versando su tesis sobre la dimensión mítica de la tradición oral de Nicaragua. Obtuvo otro doctorado en la Universidad Sorbonne Nouvelle París III; esta vez el tema de la tesis es La representación de la pareja en la narrativa de autoras centroamericanas escrita entre 1970 y 2000.

Es licenciada en Letras con especialidad en Español y en Lingüística, títulos otorgados respectivamente por las universidades París IV-Sorbonne y París V-René Descartes. Tiene maestrías en Lenguas Vivas Extranjeras y en Etnolingüística.

Milagros Palma ha escrito varios ensayos sobre el imaginario mítico religioso de la construcción de la feminidad y la masculinidad en sociedades indias y mestizas de América Latina.

A finales de los 70 trabajó en Colombia, donde impulsó un proyecto de estudios lingüísticos en Amazonas. Al regresar a Nicaragua en 1982, continuó con su labor investigativa. A partir de 1984 reside en Ciudad Luz.

En 1988 obtuvo la beca al escritor extranjero de la Maison des ecrivains, París. En 1999 fue galardonada con el premio Internacional José Martí de la UNESCO por el conjunto de su obra.

Su primer novela fue Bodas de cenizas, vio la luz en 1992 (Bogotá: Índigo Editores). Fue traducida al francés por Yves Coleman y Violante do Canto y publicada bajo el título Noces de cendres (Editions Indigo & Côté-femmes, París, 1993).

El espíritu de la obra de Milagros Palma puede resumirse en una fase suya: “Todo lo que toco, es para desmitificarlo”.

En 1989 fundó la Indigo & Côté-femmes éditions, editorial que publica obras de mujeres. Es fundadora y directora de la revista literaria semestral Livres ouvertes/Libros abiertos, dedicada a la literatura latinoamericana contemporánea.

Asimismo es creadora del Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Sor Juana Inés de la Cruz” (1992), entregado en la Feria del Libro de Guadalajara, México, y del Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Gabriela Mistral” (1993), entregado en la Feria del Libro de Bogotá, Colombia. En 1999 recibió el Premio Internacional “José Martí” de la UNESCO. Todas sus novelas y una gran parte de ensayos han sido traducidas al francés. Tiene una editora, en la cual publica principalmente las obras de escritoras para el impulso del género.

Ha publicado los siguientes ensayos:

Palabra mítica de la gente del agua (1980; segunda edición: 1984),
El cóndor, dimensión mítica del ave sagrada (1982; segunda edición: 1983),
Los viajeros de la Gran Anaconda (1984),
Por los senderos míticos de Nicaragua (1984),
La mujer es puro cuento/La feminidad en el imaginario mítico religioso indígena y mestizo en Colombia (1987, dos ediciones; tercera edición: 1992; cuarta edición: 1995),
Nicaragua: once mil vírgenes/La feminidad en el imaginario mítico religioso del pensamiento mestizo nicaragüense (1988),
Revolución tranquila de santos, diablos y diablitos (1989)
El gusano y la fruta/El aprendizaje de la feminidad en América Latina (1994).

Es autora de seis novelas:

Bodas de cenizas (1992),
Desencanto al amanecer (1995),
El Pacto (1996),
El Obispo (1998),
Así es la vida (2000)
El final de una época o la pesadilla de Luis Garcina Rojas, alias Wicho (2002).

Erick Aguirre Aragón (1961 - )


Nació en Managua el 28 de agosto de 1961. Es poeta, narrador y periodista. Hizo estudios de Arte y Letras en Nicaragua y de Literatura Hispanoamericana en México.

Es Licenciado en Filología y Comunicación, por la UNAN-Managua y Máster en Literatura Hispanoamericana, por la UCA. Su volumen de crítica literaria Juez y Parte mereció mención de honor en el Certamen Nacional “Rubén Darío”, en 1994. Publicó también “La espuma sucia del río”, ensayo en el que analiza la transición política sandinista.

Con su novela, Un sol sobre Managua (Ed. Hispamer, 1998), incursiona en la narrativa, pasando directamente a la experiencia novelística, de la cual sin duda ha salido bien librado en su primer intento.

Aguirre, a lo largo de su trayectoria literaria, se ha caracterizado por ser un escritor crítico y talentoso. Entre su obra se cuentan dos novelas: “Un sol sobre Managua” y “Con Sangre de Hermanos”, dos poemarios: “Pasado Meridiano” y “Conversación con las Sombras”.

En su libro “Subversión de la Memoria”, el poeta reflexiona sobre las últimas tendencias en la narrativa centroamericana de post-guerra.

Sobre el trabajo crítico de Erick Aguirre, el poeta Francisco Valle ha dicho: “Su obra llena un gran vacío de información en el terreno de la literatura nacional, actualizando la apreciación del corpus poético de nuestros más antiguos escritores bajo nuevos enfoques de criterios y análisis, y que con sus opiniones orienta al lector para entregarle un panorama actual de nuestra literatura, valioso en datos, juicios, anécdotas, reflexiones y observaciones”.

En su poemario Pasado Meridiano como en su novela Un Sol sobre Managua, Erick Aguirre se revela como el periodista de talento que es, procesando la realidad mediante el relato vivencial de la historia personal elevando al rango de expresión generacional. Así la aparición en Un Sol sobre Managua de figuras tan emblemática como la de Raúl Orozco, el poeta de negro.

Revisando la historia reciente, se asemeja a Juan Sobalvarro. Pero iniciando su recorrido no desde la negación o el cuestionamiento del sandinismo, sino más bien desde la genealogía personal (Pasado Meridiano) se acerca a Alvaro Urtecho y Sergio Ramírez, y desde las consecuencias del liberalismo sobre una ciudad destruída por los catástrofes naturales y la guerra, nos ofrece una puesta en perspectiva de la realidad cotidiana similar a las reiteradas vidas de simbología mesíanico con identificación implícita con Sandino y el mismo autor en Ramírez.

Pero ahí donde la reconstrucción del proceso histórico se remite en Ramírez a la historia del siglo XX desde la primera mitad, Aguirre revela su identidad generacional con autores tales como Urtecho y Sobalvarro al plantearla a partir de la segunda, y más precisamente su compromiso periodístico más que novelístico o histórico en la elección del hito de los 70.

Como en Ramírez, Avellán o Sobalvarro - y de alguna manera, aunque no implicada políticamente, en Porfirio García Romano y David Ocón -, en Aguirre es la vida real, lo vivido, que sirve de base a la historia. Influenciado en ello por la teoría de su época - las "circunstancias" de Ortega y Gasset y posteriormente de los estructuralistas -, su obra se lee como el testimonio dialéctico del postsandisnismo, no en una perspectiva irónica y de oposición al compromiso político como lo son las de Sobalvarro y más todavía de los jóvenes grupos literarios managüenses (Tribal Literario, Literatosis), sino todo lo contrario, como la obra de su amigo Orozco, en cuanto historia del compromiso perdido de la política con y hacia el pueblo después de la revolución (lo que remite la recurrente simbología del recorrido del sol en los títulos de la obra de Aguirre, en particular con el muy emblemática Pasado Meridiano, evocación inequívoca de su baja).

Beltrán Morales (1944 - 1986)


Nació el 6 de agosto de 1944 y falleció en mayo de 1986, en Nicaragua. Poeta de tiempo completo, ensayista, crítico, narrador; corrosivo e irónico. Aunque sin dejar de abrazar al mundo.

Se recibió de bachiller en 1963, del Instituto Pedagógico de Managua. Participó en el efímero movimiento de la “Generación traicionada” y en todas las etapas y manifestaciones literarias y políticas de los años 60 y 70.

Vivió en España, México y Costa Rica, donde tuvo a su cargo la revista Jomada de la editorial Universidad Centroamericana. Trabajó en la librería de la Universidad Centroamericana (UCA) en Managua y en otras instituciones, aunque poco tiempo.

Es una de las voces poéticas principales que durante los años setenta emergió a la sombra del terrible árbol armado que anunciaba soles. Beltrán además de su espléndida poesía fue un cuidadoso auscultador crítico de la literatura de su tiempo, y también un narrador silencioso, pero de gran aliento.

El también fundamental poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, en 1986, a pocos días de la muerte de Beltrán Morales escribió: «Al recoger los periódicos la mañana del pasado jueves 15, me encontré, en la página frontal del Nuevo Diario, con la fotografía de Beltrán, acompañado de su hijita Marcia Carolina y la noticia de su sorpresisva muerte. Últimamente venía a visitarme con más frecuencia, entre 3 y 5 p.m.; pero ya no podía ofrecerle sus tazas de café negrísimo y sin azúcar, su médico -me decía- se lo había prohibido.

Como poeta, fue el más vinculado a mí, entre los de su generación; pero yo siempre insistí en que su obra era completamente original; y en su poesía el siempre buscó otra cosa. Cada molécula de su organismo era poeta -como en Joaquín Pasos-. Después de éste no se ha dado otro fenómeno similar en la poesía nicaragüense, excepto en Beltrán Morales. La ternura humana que emanaba de sí será siempre inolvidable para los que supieron y tuvieron el privilegio de captarla».

POESÍA:
Algún sol (1969)
Agua regia (1972)
Juicio final (1976)
Andante (1976)
Poesía completa (1989. Incluye además "Los nombres", 1968-1978, y "Otros", 1970-1986)

PROSA CRÍTICA:
Sin páginas amarillas/ Malas notas (1989)

DIARIO:

El diario de Vital Rueda, 1969-1983 (inédito)


NOVELA:

Fábrica de cajones (inédito)

Adolfo Calero Orozco (1889 - 1981)


Nació en el corazón del viejo Managua, en el barrio de San Antonio, el 19 de febrero de 1889. Allí vivió toda su vida. Es el mismo barrio que viera las andanzas bohemias de Rubén, característico de la ciudad antañona, limitada a un ámbito urbano de no muchas cuadras, con pretensiones y elegancias de capital distinguida y afrancesada. Las viejas casonas alternaban con las construcciones de arquitectura galicada, puesta de moda con las grandes reformas urbanísticas de Napoleón III.

Su familia, de condición económica acomodada, pertenecía a esa capa social que ocupa los niveles superiores de la clase media, muy reducida, inmediatamente después de una clase alta de la que casi no se distingue, si no porque en ésta se incluyen los que tienen el poder político y las grandes fortunas.

En ese mundo transcurrió la infancia de nuestro autor, círculo de familias democráticamente igualitarias, de costumbres sencillas y patriarcales. La mentalidad general es tranquila, de un peculiar espíritu conservador. La generación que gobierna el país con Zelaya (1893-1909) es la de Rubén Darío: liberal en política y positivista en filosofía.

Liberalismo y positivismo que se matizan con las tendencias culturales heredadas del período de los treinta años de gobiernos conservadores, penetrado del racionalismo dieciochesco. Libertad dentro del orden, religiosidad profunda, pero anticlericalismo, respeto y devoción por la ciencia y el arte, inclinación a cierto prosaísmo literario, cuya excepción es Rubén Darío, en esa generación, —que por lo demás no supo comprenderlo—, son algunos de los nódulos ideológicos vigentes durante la infancia de la generación de Calero, y sobre los cuales se va estructurando su espíritu. Mundo, sin embargo, que desapareció aventado por las revoluciones y por el terremoto que arrasó a Managua en 1931.

El padre de Calero Orozco, don Domingo Calero Blandino, originario de Masaya, era farmaceútico de profesión. Poseía una personalidad imaginativa y humorística. Aún se recuerdan las bromas que solía hacer a sus amigos. La madre, Doña Rosita Orozco, oriunda de San Jorge, Rivas, era maestra de escuela.

El ambiente del hogar, prudente y culto, estimulaba en el muchacho el gusto por el estudio. Fue obsesión de don Domingo la educación de su hijo, único varón de los seis que procreó el matrimonio, educación que varias veces debió interrumpirse por efecto de las revoluciones que a partir de 1909 comienzan a desquiciar los cimientos tradicionales del país.

Sus recuerdos infantiles más sobresalientes, como los de la mayor parte de su generación, se refieren a guerras y revoluciones. Así nos dice en unos apuntes autobiográficos: “Había en aquel tiempo frecuentes revoluciones; decires de muertes y torturas en las cárceles; consiguientemente, los muchachos jugábamos a la guerra (de piedras). Dos veces me “rajaron la cabeza”.

Las revoluciones interfirieron en sus estudios. Cursa primeros años de primaria en Managua; tercero, cuarto y quinto grado en el Seminario Menor de San Ramón, en León, “entonces lo mejor que había”. La guerra de 1912 le impide terminar su 6° grado en el Instituto Nacional de Oriente, en Granada.

Un hecho cultural de fuerte influencia en la formación de esta generación es la fundación del Instituto Pedagógico de Managua (1913), donde se realizan estudios de Bachillerato y Normal, bajo la regencia de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Enorme influencia ejerció el primer contingente de maestros de este centro, la mayoría de los cuales eran especialistas franceses y algunos españoles. Pareja influencia tendrá en los grupos granadinos de esta generación la fundación del Colegio Centroamérica (1916), regentado por los jesuitas.

Calero ingresa al Instituto Pedagógico de Managua, donde se titula de Maestro Normalista en 1917. Posteriormente prosigue sus estudios de bachillerato, que termina en 1919.

Ya al ingresar había manifestado una precoz inclinación literaria (hacía “coplas”), la que se fortificó bajo la orientación de sus maestros, particularmente del Hermano Paulino, profesor de literatura, que “dejaba en libertad a los muchachos”.

Calero, Guillermo Rothschuh (1899-1948), Luis Alberto Cabrales (1902), Octavio García Valery, se destacaban en las actividades literarias del colegio. A esa época pertenecen, aunque algo posteriores, Diego Manuel Sequeira (1902), Alfonso Oviedo y Reyes (1901), Luis Felipe Hidalgo (1908), y otros que después abandonaron la literatura.

Existe un documento muy valioso, que nos sirve para determinar los gustos y tendencias literarias de este grupo: se trata de “Alba Literaria”, recopilación de trabajos de estos noveles escritores. Rubén Darío, y, sobre todo, Nervo, Grabriel Galán y Pereda, entre los españoles, se añaden a los influjos franceses: de Francis James, sobre todo en Cabrales, que escribe poemas en francés. Rothschuh explota una veta nativista, orientada hacia la interpretación de lo vernáculo. Calero aparece representado por cuentos y poemas. En estos últimos, predomina la buscada sencillez y el sentimentalismo impuesto por Amado Nervo.

Todavía es estudiante en el Pedagógico, cuando Hernán Robleto acoge en su periódico (El Imparcial) algunos de sus escritos y lo incita a continuar escribiendo. Calero menciona su nombre, así como los de Salvador Ruiz Morales (1893-1926), director de la revista literaria “Los Domingos”, y Ramón Sáenz Morales (1888-1928), entre los escritores que más influjo ejercieron en su formación.

Una vez terminados sus estudios, trabaja como maestro, un año en Managua, y otro como director de escuela en Masaya. Posteriormente, estuvo “un par de años como Inspector de Instrucción Pública”. Los sueldos escasos y “un poco de disipación y de bohemia”, lo alejaron definitivamente de la pedagogía.

Viaja a los Estados Unidos, donde permanece dos años. Estudia un año educación en Washington. Aprende inglés. No entra en contacto con la literatura norteamericana. Vuelve a Nicaragua en 1921.

De 1926 a 1930 trabaja como Oficial Mayor en el Ministerio de la Gobernación. Allí es donde conoce directamente el mundo sui generis de la pequeña burocracia. Gobiernan los conservadores. Emiliano Chamorro, caudillo conservador, sufre el asedio de los revolucionarios liberales, que atacan por varias zonas a la vez.

Calero Orozco participa en una expedición militar contra los alzados en Bluefields (1926). Alcanza el grado de capitán. Recorre las regiones de San Carlos y Río San Juan.

Nuevas obligaciones familiares (contrae matrimonio en 1928), lo separan de la literatura y lo orientan casi exclusivamente a actividades pragmáticas. La inquietud literaria permanece siempre latente, manifestándose en cuentos y poemas que aparecen publicados esporádicamente en periódicos y revistas. Entre 1938-1945 trabaja con la compañía hulera de Hetch, Levis & Kahn, lo que le permite conocer la Región del Río Coco, ambiente reflejado en algunos de sus cuentos.

Mientras tanto, con prolongados intervalos, va publicando sus obras. En 1922, “La falda-pantalón”, juguete cómico teatral, recibido con buen éxito de crítica. En 1926, recoge en “Recortes Varios” casi toda la producción de su primera época.

Pero son “Sangre Santa” (1940) y los “Cuentos Pinoleros” (1944) los que lo dan a conocer al gran público. Una reedición española de “Sangre Santa” (1956) y la de los “Cuentos” (1957), le hacen más ampliamente conocido en el país y en el extranjero.

Calero es el tipo del escritor de vocación, que no puede, como tantos otros miembros de su generación, ser un literato de “jornada completa” y dedica a sus inclinaciones creadoras sólo parte del tiempo productivo de que dispone. Perteneció a la Academia Nicaragüense de la Lengua, correspondiente de la Española, de la cual fue Tesorero. Viajó por Europa (España, Francia e Italia), y América (México, Cuba, Panamá, Ecuador, Colombia y Perú).

Calero Orozco fue un hombre ágil, de un dinamismo peculiar. Fue gran charlador, comentador fino de los sucesos cotidianos de la existencia, nunca perdió el sesgo humorístico en su visión del mundo.

Su conversación se nutre de numerosas historias que se van hilvanando una tras otra y que él cuenta con mucha gracia y regocijo. Le agrada contarlas. Su humor, que es también un defensa, no deja de orientar su mirada risueña y burlona hacia su propio Yo. (Autorretrato “Brocha gorda”).

Hernán Robleto (1892 – 1968)


Escritor nicaragüense. Nació en Camoapa, Boaco el 17 de octubre de 1892 y murió en México, 1968. Fundador de El imparcial, Novedades y La flecha. En 1912 fundó la revista literaria 'Nicario' y fue director de 'Nicaragua informativa'.

Luchó contra los conservadores en 1910 y contra la intervención norteamericana en 1912. Además fue cónsul de Nicaragua en México, en 1934. Fue subdirector del Ministerio de Instrucción Pública en 1937 y Ministro del Distrito Nacional de 1939 -1940. En 1966 obtuvo el Premio Rubén Darío con Sangre del Trópico.

Participó en Masaya en los eventos de 1912. Elaboró un libro sobre la intervención, guerra, incendio, además conocedor de los últimos momentos en vida del general Benjamín Zeledón; así mismo, coparticiparon a pesar de la diferencia de edad, en 1926 - 1927, en la Revolución Constitucionalista. Se vuelven a encontrar al cofundar ambos el PLI, compartiendo penurias, persecución y cárcel, fue exiliado en México.


Hernán Robleto, al igual que otro prohombre, el Dr. Enrique Lacayo Farfán, saborearon el ácido del dorado exilio, falleciendo ambos lejos de su añorada Patria.

'Sangre en el trópico' es la primera novela nicaragüense en alcanzar cierta popularidad y cierta distribución internacional. Antes de ella, ninguna novela nicaragüense había gozado de reseñas en periódicos extranjeros como lo logró este texto de Hernán Robleto.

Por lo tanto es posible afirmar que 'Sangre en el trópico' es nuestra primera novela de aventuras y la primera novela que retrata una problemática nicaragüense con interés de trascender el ámbito de lo regional y lo costumbrista. 'Sangre en el trópico' es una novela de aventura y de reconquista de Nicaragua 'tan pequeñita y tan dulce', una aventura temeraria y exitosa por liberar al país de yugo opresor que 'Nace del alma, como esa voluntad que los empuja a morir por la libertad de Nicaragua'.

Entre sus obras destacan:
Primavera en el hospital (1923),
Sangre en el trópico, (1930)
El imperialismo yanki en Nicaragua (1933),
La mascota de Pancho Villa, (1934)
Obregón, Toral, la madre Conchita, (1935)
Una mujer en la selva, (1936),
Cuentos de perros (1943),
Don Otto y la niña Margarita (1944),
Brújulas fijas (1961)
Y se hizo la luz (1966).

Sangre en el trópico (Tenerife, 2000), se editó por primera vez en 1930.
La cruz de la ceniza y otros de gran contenido histórico, cultural y social.